Standby

Standby. Esa sería la palabra adecuada para definir mi estado en las últimas semanas.

Agazapada tras mi parapeto, escuchando los bombardeos y los gritos a lo lejos, pero obviando su existencia, negándome a coger mi fusil y lanzarme al campo de batalla.

O sentada en la parada del autobús, viendo como pasa uno, otro y otro más sin decidirme a subir a ninguno de ellos.

Quizás suene a tópico, a promesa de año nuevo (dejar de fumar, hacer ejercicio, aprender inglés), pero por fin me he decidido a salir de detrás de la barrera y a coger el toro por los cuernos. Y me da un miedo horrible saber que lo más probable es que reciba una cornada y termine como Manolete. Pero después de dar infinidad de vueltas a mi cabeza he llegado a la conclusión de que prefiero acabar revolcada en la arena que terminar retirándome del ruedo por la puerta trasera (no sé a qué viene tanto símil taurino).

La verdad es que todavía no sé muy bien cómo lo haré. Supongo que no estaría mal empezar por salir de casa a que me dé el aire y a echar unas risas con alguien, que buena falta me hace. También he de resolver muchas tareas pendientes que tengo atrasadas (es probable que me cueste mucho, mucho trabajo). Y, por qué no, reanudar alguno de mis olvidados hobbies, tal vez la guitarra (a lo mejor consigo tocar algo que no suene a que le han pisado la cola a un gato). Sí, definitivamente este post se ha convertido en una lista de promesas de año nuevo, ya he caído en el tópico.

Pero a fin de cuentas, todo se resume en darle al play y seguir adelante con mi vida, que ya es hora.

Así que, si alguien lee esto, le pido que me desee suerte en mi aventura.