Cumpliendo años.

No me gustan los cumpleaños. Mejor dicho, no me gustan mis cumpleaños.

No vayan ustedes a pensar que es por lo de hacerse mayor, que también, pero en este caso me refiero a otra cosa. Cumplir años significa tener que invitar a tus amigos a algo, una cena, o unas copas, que ellos tengan que venir, que se vean obligados a comprarte un regalo, que pasen contigo unas horas que quizas preferirían pasar en cualquier otro lugar. Eso me hace estar en constante tensión, por querer que todos lo pasen bien, que nadie se arrepienta de haber venido, que realmente sea una buena opción pasar esa noche conmigo.

Así me veo en mi casa, con dos amigas, las únicas que han podido (o querido) venir, celebrando mi cumpleaños. Las dos tienen cara de aburrimiento, miran el reloj, cuchichean entre ellas, yo sé que quieren irse. No han traído regalos, pero por mi parte me encuentro con que no tengo ni comida ni bebida que ofrecerles, así que podría decirse que estamos en paz.

Pienso que si tuviesemos algo de beber la cosa se animaría, pero no tengo dinero, de modo que llamo a mi padre para ver si puede prestarme algo, para invitar a mis amigas. Su respuesta es que ya es hora de que espabile, que no merezco que me de nada, y menos para una fiesta. Y me cuelga, dejándome en los labios un "pero es mi cumpleaños" que no llega a salir.

Mis amigas comienzan a hablar de irse, que ya es muy tarde. Les pido que no se vayan, que podríamos hacer alguna cosa, ir a otro sitio. Pero no funciona, se van. Yo me quedo sola y no consigo reaccionar, tal es el vacío que tengo dentro.

En ese momento me despierto, todo ha sido una pesadilla y yo ya tengo mal sabor de boca para el resto de la noche.

Menos mal que faltan meses para mi cumpleaños.