Ceremonia trifásica

Primera fase: El vestido.

Comprar un vestido para uno de estos eventos (bodas, bautizos, comuniones, etc.) nunca es sencillo, generalmente basta con tener un poco de prisa por encontrarlo para que se vuelva una tarea imposible: O no te gusta ninguno, o no te quedan bien o se salen de tu presupuesto.

Pero este año hay un nuevo factor que dificulta la labor de vestirse todavía más. A algún tarado se le ha ocurrido que lo que se lleva son los colores fluorescentes. Y no sólo eso, hay que combinarlos con extravagancia: rojo con morado, azul con amarillo. (Los ochenta nunca morirán)

Tras mucho buscar, y a punto de que mis retinas se desprendan por exceso de luminosidad, por fin encuentro un vestido. Es rojo, muy rojo, pero es mejor que el naranja butanero o el amarillo limón y, por suerte, consigo evitar que la dependienta me endose unos zapatos morados o un bolso fucsia. (He conseguido salir indemne del reinado del leopardo, no van a empezar a liarme ahora) Misión cumplida.

Segunda fase: El bronceado.

Mi hermana me llama para decirme que me ha pedido hora para que me ponga morena, porque "así como estás, tan paliducha, te va a quedar fatal lo que te pongas". Así que, como paga ella, un día antes del evento voy hasta el salón de belleza y la esteticista, teñida de rubio casi blanco con mechas rosas y con la raya del ojo pintada hasta la sien, me explica que me va a rociar con un espray autobronceador, que actuará en las próximas dos o tres horas y que tengo que procurar no tocar mucho el agua durante doce horas, porque podría empezar a desaparecer el bronceado y lo más probable es que me quedasen manchas. Fantástico.

Tercera fase: La ceremonia

Vestida de rojo chillón y bronceada (sin manchas, alguna deidad se ha apiadado de mí), asisto con mis padres, mi hermana y mi futuro cuñado a la comunión de un primo segundo. Todo son besos y achuchones de gente a la que he visto unas dos o tres veces en mi vida y peinados de peluquería y vestidos ridículos (de colores fluor, podríamos crear un parchís humano) y señoras que no saben andar con tacones y señores agobiados con sus corbatas.

La misa transcurre de forma insoportablemente lenta mientras yo trato de convencerme a mí misma de que aquello terminará tarde o temprano, aunque en mi cabeza se dibuja la imagen de todos nosotros sentados en esos bancos durante años, convertidos en esqueletos cubiertos de telarañas, mientras el cura sigue hablando de amor y fraternidad.

Cuando por fin termina, nos dirigen a un restaurante para la comida, donde me encuentro sentada frente a frente con una prima de mi madre que se ríe de forma estridente e insoportable por cualquier tontería sin gracia y yo me descubro deseando clavarle el tenedor en un ojo para que deje de hacerlo.

Por suerte, llega el vino y luego el cava y por fin los licores así que al final consigo relajarme, exhibiendo una sonrisa tan falsa como mi bronceado mientras me aferro al vaso de gintonic. Incluso cuando alguien hace referencia a una anédota de mi propia comunión y todo el mundo se ríe de mi yo de ocho años, o cuando una señora me pregunta que cuándo pienso echarme novio, que me fije en mi hermana, que va a casarse este año. Y también cuando mi madre responde: "He tenido una hija normal y otra un poco especial, qué le vamos a hacer".

Tras muchas horas de comida, mi hermana y mi cuñado deciden que es hora de volver a casa, así que después de cuarenta minutos de despedidas me dejo caer en el asiento trasero de su coche, me quito los zapatos y caigo en una agradable duermevela etílica, con la agradable sensación de que todo ha sido una pesadilla y que cuando me despierte estaré a salvo en mi casa.

Ahora sólo queda ducharme y quedarme a manchas mientras el bronceado falso desaparece.

6 comentarios:

  1. jajajaa, genial relato de lo que son los eventos sociales de la BBC (bodas, bautizos y comuniones)...
    yo he vivido dos este mes de mayo y plufff
    un beso

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  2. ¿En qué momento todas estas cosas se nos fueron de las manos? :S
    Lado positivo: da tema para escribir post divertidísimos ;D

    La hija especial debes de ser tú, ¿no? Y me encanta que seas así de especial, ¡qué le voy a hacer! :D


    besos

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  3. En unos días viviré algo parecido.
    Ojalá el mundo de las camisas y corbatas fuera tan fluorescente como el de los vestidos, que lo de ir monocromo es algo que me supera.
    Y nunca más vuelvas a auto-broncearte, es con diferencia el recurso estético más artificial para cualquier mujer. Donde esté la palidez natural...

    bks!

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  4. Que valiente eres!! Yo no valgo a ir a esos eventos de gente disfrazada de lo que les gustaría ser y no son. Siempre intento no ir con excusas de lo más variopintas, y cuando no me queda mas remedio me pongo en la última fila de la iglesia y en cuanto empieza el espectáculo salgo silenciosamente directo al bar mas cercano.
    Me gusta que seas la hija especial! A mi me llamaron una vez el hijo raro!! jur jur
    Mejor que ser una oveja más del rebaño....cualquier cosa!!

    Un beso rockero!!

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  5. jaja..... me rei mucho por lo bien relatado... el bronceado falso, el vestido obligado, y las señoras que no saben caminar con tacos, jajja... Solo una vez hace ya varios años use autobronceante y jure que nunca mas lo haría por esas machas que te van quedando luego, un horror... jajaaj.
    En cuanto a ser la hija especial, es genial serlo! cuando te ganas ese titulo hay cosas que ya no esperan de vos, por lo que te rompen menos las pelotas :)

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