Los relojes

Nada más salir del portal de mi edificio, el frío me da una bofetada que, por otro lado, me viene bien para despertarme del todo. Añoro mi cama, pero con los años he adquirido un extraño sentido de la responsabilidad que me hace levantarme cada mañana y darme una buena caminata por estas calles heladas.

Tengo la sensación de que llego tarde, pero no quiero sacar el móvil para mirar la hora. Eso implicaría tener que quitarme los guantes y no me merece la pena, así que levanto la vista para mirar un reloj adosado a un cartel publicitario. Las 8:21, voy bien.

Tras recorrer unos pocos metros más, vuelvo a ver otro reloj. Las 8:13. Arqueo una ceja. Alguien debería poner esos chismes en hora. El tercer reloj que me cruzo marca las 8:10, lo cual me lleva a pensar:  ¿Estaré retrocediendo en el tiempo?

Y pienso en ello mientras sigo caminando. ¿Qué haría si pudiese volver atrás? ¿Qué cosas cambiaría de mi pasado? A priori, muchas. No iría a aquella peluquería donde me hicieron el mayor destrozo capilar de mi vida. No me habría acostado con aquel compañero de la facultad que después estuvo semanas persiguiéndome hasta el punto de hacer que no quisiera ir a clase para no encontrármelo. No cogería aquel autobús. Esperaría dos semanas a comprarme la guitarra, para cuando estuviera rebajada al cincuenta por ciento. Y, sobre todo, no me dejaría caer tan hondo.

Estas y muchas otras cosas pasan por mi mente mientras Lana del Rey suena en mi mp3. Tantos errores, tantos tropiezos, tantas torpezas.

Pero, cuando estoy a punto de llegar, me fijo en el escaparate de una agencia de viajes en el que han puesto una pegatina con un slogan:

Que te quiten lo viajado.

Sonrío para mí, en parte por todo lo que entraña esa frase. Y en parte por lo oportuno de leerla en ese momento. Si no hubiese cometido tantas gilipolleces, hoy no sería quien soy ahora. No sé si sería una persona mejor. Si sería más feliz. Si mi vida estaría más llena. Pero desde luego no sería yo.

Así, mientras entro en el instituto y me quito los auriculares, llego a la conclusión de que no, no cambiaría ni una coma de mi biografía. 

Que me quiten lo viajado.

3 comentarios:

  1. ¿Y qué hay del sueño de volver al pasado para matar a Hitler o tirarse a Marilyn Monroe? Una vez, cierto compañero de clase, de hecho, llegó a decirme que mataría a Hitler... para luego añadir tras una pausa dramática "y ocuparía su lugar". En fin, parece una memez, pero solo tenemos la certeza de pasar una vez por la vida. Arrepentirse o no de cosas pasadas no es más que una forma como otra cualquiera de matar el rato con una actividad infructuosa.

    Gran entrada. Saludos.

    ResponderEliminar

 
Tinta Invisible Blog Design by Ipietoon