El amor bien entendido

Nadie impera sobre sus sentimientos. Pueden reprimirse, pueden enterrarse, pueden empujarse a la fuerza, pueden ignorarse. Pero jamás llegaremos a dominarlos por completo.

No podemos obligarnos a amar a alguien, del mismo modo que no podemos obligarnos a que nos guste una canción o un color. Sí somos capaces de acostumbrarnos a alguien, o a algo. Podemos tolerar su presencia, incluso disfrutarla a algunos niveles. Pero siempre llegará un momento en que pensaremos cuánto nos gustaría cambiar la canción, que las paredes estuvieran pintadas en otro color o que la persona que duerme a nuestro lado fuera la que ocupa nuestros pensamientos y no el otro lado de la cama.

No obstante, es doloroso saber que uno es la persona equivocada. Aquella que nunca será la favorita de alguien que, destino caprichoso, sí lo es para ti. Es duro comprender que no importa cuánto te esfuerces, lo mucho que le ames, porque nunca será suficiente, nunca estarás a la altura.

En ese momento se te plantean dos opciones.

Puedes resignarte, aceptar la situación y permanecer a su lado, con la creencia de que no importa que no te ame como tú a él, sino que lo que importa es que está contigo y que eso es suficiente para ser feliz.

O puedes tener un poco de amor propio y convencerte de una vez de que te mereces ser la persona favorita de alguien, de que te mereces que tu amor sea correspondido, de que no vas a conformarte con migajas, porque quieres el pastel entero.

Estaremos todos de acuerdo en que la segunda opción es la buena. Es difícil tomarla, mucho. Como todo aquello que es bueno para uno mismo, duele. Es doloroso dejar a alguien a quien amas con todo tu corazón.

Pero, y esto es muy importante, debemos recordar que el amor bien entendido empieza por uno mismo.




2 comentarios:

  1. La mayoría de la gente no entiende eso. Y así se crea una situación de la que es muy difícil salir.

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  2. Te recomiendo una forma de enumerar mucho más empática, que explotó muchísimo Salinger en El guardián entre el centeno, que utilizas más abajo en este mismo escrito y que consiste solo en usar la segunda persona: "Puedes reprimirlos, puedes enterrarlos, puedes empujarlos a la fuerza, puedes ignorarlos."

    Centrándonos en el tema. Todas las relaciones tienen sus pequeñas e innumerables diferencias pese a contar con una similar idea de base. Seguramente tengan mucho que ver las trilladas normas sociales no escritas de conducta, pero al final el núcleo mismo es de cada uno. En otras palabras, es algo difícil.

    Un saludo.

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