Miedo

Me da miedo la oscuridad. Es probable que algún vecino curioso me haya visto a través de la ventana indiscreta, encendiendo la luz de mi habitación antes de apagar la del salón, para no tener que encontrarme a oscuras, por la noche, en el pasillo de mi casa.

Por eso, cuando estoy sola, duermo con la tele encendida. Casi siempre a un volumen casi inaudible, lo justo para que la habitación esté iluminada y el murmullo de la caja tonta apague esos ruidos nocturnos que me resultan perturbadores, como el crujido de la puerta del armario o el del agua del radiador.

Y no es necesario añadir que el hecho de dormir con la televisión puesta hace que duerma peor. Está estudiado (supongo). Me despierto al menos dos veces a mitad de la noche. Y eso cuando consigo conciliar el sueño, porque la otra posibilidad es que me ponga a ver la película o el programa de turno y me mantenga en vela hasta la madrugada. Sea por una cosa o la otra, o simplemente porque sí, al día siguiente me despierto tan cansada que no consigo ser persona hasta horas después de haberme levantado.

Es por eso que anoche decidí no encender la tele de mi habitación. Me costó dormirme, pensando en los innumerables (e improbables) peligros que acechaban entre las sombras de mi habitación. Y cuando lo conseguí tuve una pesadilla en la que acababa rodeada de docenas de espíritus malignos que me acosaban. 

No obstante, la pesadilla terminaba conmigo misma alzando el vuelo y fulminando todos esos entes con un rayo azul mortífero (se aceptan interpretaciones).

Cuando desperté eran las dos de la mañana. Bien, no había conseguido dormir de un tirón, pero la idea de haberme enfrentado a mi miedo, tanto en sueños como en vigilia, me tranquilizó tanto que me dormí al instante.

Y esta mañana me encontraba tan descansada como si hubiera dormido hasta las doce del mediodía, y pensando que después de todo es bueno cruzar la barrera del miedo. Y también difícil y doloroso, como casi todas esas cosas que son buenas para uno (hacer ejercicio, depilarse con cera, escuchar la verdad acerca de un novio que no es de fiar).

Pero, y he aquí la gracia, al final compensa.

1 comentarios:

  1. Así que la tele de poltergeist no era un portal al mundo de los espíritus, era una simple medida contra el insomnio. Ahora todo tiene sentido.
    Ah, y la parte del rayo laser es impagable.

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