Cuento

Érase una vez, en un lugar donde no existían el tiempo ni el espacio, dos almas que habían vivido juntas durante muchas, muchas lunas en la Tierra. Como todas y cada una de las almas, ambas tenían un rasgo distintivo que las diferenciaba de las demás. Una de ellas era reluciente, un ser de luz; la otra, a la que le gustaba llevar un cursi lazo rosa, poseía una gran sensibilidad. Se encontraban indefectiblemente unidas, y una y otra vez volvían a encontrarse en aquel limbo, donde planeaban su próximo encuentro terrenal.

-Me gustaría que nos encontrásemos en el Orient Express.
-Eso ya lo hicimos, ¿recuerdas?
-¿Y qué tal en la Atlántida?
-El clima es demasiado húmedo.
-Eres demasiado quisquillosa, alma con lazo.
-¿Por qué no podemos vivir una historia trágica?
-¿Más que la desaparición de la Atlántida?
-Sí, todavía más.
-Eso también lo tuvimos.
-Lo sé, pero quién sabe, es posible que esta vez nos salga mejor.
-No estoy segura...
-Sí, debemos cerrar ese círculo. Se supone que es lo que debemos hacer, vivir y aprender la una de la otra para poder elevarnos.
-Lo sé, lo sé.
-Entonces, vivamos una historia como la de Los puentes de Madison.
-¿Qué es eso?
-Algo que inventará un maestro llamado Clint Eastwood y que casi todos los hombres pensarán que es un coñazo. Una gran historia de amor imposible, pero eterno.
-Así que un coñazo, ¿eh? Yo preferiría ir a buscar dragones.
-¿Y yo soy la quisquillosa? Estás eludiendo tu deber como alma que busca elevarse. Según el artículo ocho barra...
-Vale, vale. Cuando te pones así no puedo contigo. ¿Por qué tienes que ser tan Ravenclaw?
-¿Qué es eso?
-Ni idea, me ha venido.
-Bueno, ya vale de protestar. Ve tú primero, te alcanzaré.
-Pero...
-Si sale bien, habremos terminado con la tristeza y el rencor que arrastramos desde aquella vida, y sólo habrá amor. Y te prometo que la próxima vez, viviremos una vida apacible en un agujero hobbit, donde seremos genuinamente felices y desayunaremos dos veces cada día.

Y con esta promesa de amor y desayunos, el alma luminosa partió a la espera de que el alma sensible apareciera en su vida terrenal.

Una vez allí, no serían capaces de recordarse, puesto que los seres humanos pueden ser muy obtusos. Sin embargo, pronto comprenderían que una fuerza superior y carente de cualquier tipo de lógica que pudieran comprender, les había llevado a encontrarse y permanecer juntos. Y por fin se reconocerían.

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