La vida pirata

Miércoles.

Salgo a comer con mis compañeros de clase para celebrar el fin de los exámenes y despedir a la compañera que se larga a Glasgow.

La mayoría todavía no sabemos qué va a ser de nosotros, estamos pendientes de conocer la última nota, la que nos salvará o nos llevará a junio, pero gintonic tras gintonic acabamos olvidándonos de todo y disfrutando del momento. Lo que sea, sonará.

A las tres de la mañana, quince horas después de haber empezado la celebración, nos retiramos, mañana hay que ir a clase y parece que se nos ha ido un poco de las manos. Pero ha merecido, y mucho, la pena.

Jueves.

Me quiero morir, demasiado alcohol para madrugar tanto. No obstante me pongo en pie, es la hora de la verdad.

Y, como no podía ser menos, toca imprevisto. Y este es de los buenos. Algo se me mete en el ojo, me froto el párpado, duele. Duele mucho. Me llora el ojo y espero a que se me pase, pero no hay suerte. A urgencias.

Mientras espero, impaciente, miro el reloj. Es la hora de recoger el examen y no estoy allí. Supongo que alguno de mis compañeros me dará las noticias, buenas o malas, pero odio perderme el momento, quiero estar allí, quiero verlo con mis propios ojos (al menos con uno, el otro de momento no está operativo).

Por fin llega un mensaje, sólo una palabra: 

Enhorabuena.

Y, a continuación, una foto de mi examen: 7'45.

Doy tal bote en la silla que la abuelita que hay sentada a mi lado me pregunta qué me pasa. Y yo se lo cuento, tampoco tengo otra cosa que hacer. Le explico que al haber aprobado he terminado de estudiar, que voy a empezar las prácticas en una gestoría, que me ha costado mucho trabajo conseguirlo y que he estudiado mucho y me he esforzado como en mi vida. Por supuesto me felicita y empieza a contarme que su nieto es un zángano que no quiere estudiar y no sé qué otras cosas, porque desconecto, estoy en una nube.

Tres horas después de haber llegado, salgo del centro médico con un estupendo y flamante parche, sólo me falta el loro en el hombro. No ha sido nada, una pequeña herida muy superficial, pero tengo que llevar el ojo tapado durante veinticuatro horas.

Voy directa a clase, aunque sólo sea para tomarme un café. Les cuento, nos reímos y me sugieren que me compre un parche de auténtico pirata, que mola más.

Tal vez lo haga.




3 comentarios:

  1. Claro que sí. Hazlo. Uno negro, a juego con el pelo, con un cordón de sujeción también negro que te rodee la cabeza. Y me pensaría lo del loro.
    Bueno, eclipse de ojo durante toda una jornada. Y qué lástima, porque qué bonitos los tienes.

    En fin, que Schrödinger abrió la caja y Ms. Rock'n Roll está aprobada.
    Muy enhorabuena :)

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    1. Muchas gracias. :)

      Y sí, parece ser que la gata estaba viva. Tuerta pero viva, ya es algo!

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  2. Tómatelo con calma, que te quedan treinta y tantos años de cotizaciin hasta que te jubiles.
    Un beso para ese ojo.

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