Otra noche de viernes

Estoy en casa, sola, aburrida y sin saber muy bien qué hacer. Así que acabo conectándome y, en efecto, ahí está. 

Tarda unos minutos en desaparecer, el tiempo que tarda en darse cuenta de que estoy allí, supongo. Sólo que sé que todavía está, con su otra cuenta. Imagino que no ha contado con que me percatase.

No era necesario, no pensaba hablar con él, de hecho esperaba no encontrarle. Aunque comprendo que tome precauciones, tengo antecedentes.

Aún así, este hecho consigue nublar mi noche. Lo bueno es que ha apartado de mi mente otras cosas en las que no quería pensar y que no sabía cómo sacar de mi cabeza. 

Como el camino hasta mi casa la otra noche, con un compañero de clase. O cierto desatino que cometí con otro compañero y que todavía me avergüenza. Nada serio e irreparable, desde luego, sólo lo suficiente como para tener mi mente ocupada.

Sin embargo, no pienso darle vueltas a nada más, ni a lo de esta noche ni a lo de las anteriores. En estos casos lo mejor es irse a dormir, mañana será otro día.