Tuve la oportunidad de pasar página a las bravas, un clavo saca a otro clavo, dicen. Pero no, no es así. Esa no es manera de olvidar. Puede que sirva como medida temporal, un anestésico que dura unas horas, pero que al terminar su efecto deja ver que el problema sigue ahí.
Y no sólo eso. No es justo para la otra persona, yo ya lo viví en mi propia piel. Querer a alguien que ama a otra persona y, para colmo, tener una relación con ella, es una experiencia terrible, devastadora.
Es cierto, mi clavo de emergencia no me pidió ni prometió amor eterno. Conocía la situación, sabía lo que había y estaba dispuesto a lidiar con ello. Era su problema, me dijo. Pero vi cómo me miraba y no fui capaz de hacerle eso. Preferí asestarle un pequeño golpe ahora que uno enorme más adelante.
Sí, echo de menos el calor humano, los momentos de silenciosa complicidad, las caricias. Sentirme amada y deseada. Pero ahora no, todavía estoy creciendo y olvidando, todavía estoy recomponiéndome.
Muy a mi pesar, sigo siendo suya. Y hasta que ese hilo no se rompa, no será momento de pensar en nadie más, solamente en mí.
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