Viernes de cine

Es viernes noche pero no voy a salir. Todavía me queda un examen, el lunes, y este fin de semana he de estar en forma. El último empujón. Así pues, llamo para pedir comida a domicilio y repaso mi lista de películas pendientes. Noche de cine en solitario.

Localizo en mi disco duro unas cuantas películas que todavía no he visto. Están ahí desde hace tiempo, quería verlas con él. Sobre algunas incluso pesa la promesa de que, fuera como fuese, las veríamos juntos.

Suspiro. Qué más da. De cualquier forma es probable que ni siquiera lo recuerde, o incluso que ya las haya visto. Y cabe la posibilidad de que yo jamás sepa si es así o no.

Dudo durante unos instantes, hasta que suena el timbre, ha llegado la cena. Llevamos rápidamente a cabo la transacción y vuelvo al sofá, es hora de decidir, la comida se enfría.

Y elijo dos películas de la lista que yo misma había vetado. Al fin y al cabo, no tiene tanta importancia, o sí, en el fondo es un paso más.

Esta noche el menú consta de sofá, manta, pizza, lambrusco, Lucy y Big Eyes.